Hay cuatro sistemas quirúrgicos para bajar peso, una buena opción para situaciones extremas
No es mala costumbre proponerse con la entrada del año realizar algún cambio positivo en nuestra vida. Aunque pocas veces se consigue. Cambiar es muy difícil, sobre todo de hábitos. Cada uno de ellos forma parte del sistema que constituye nuestra forma de estar. Cambiar sólo un hábito es difícil porque, como los otros resultan afectados y tienen que reacomodarse, el esfuerzo exige una energía que ahora se concentra en el cambio del hábito elegido. Lo saben muy bien los «alcohólicos anónimos». Ellos recomiendan concentrarse en el día a día, ganar para su nuevo hábito las horas del día en que se vive y dejar de pensar en el pasado, evitando así la culpabilización, y en el futuro: cada día, una victoria contra la tendencia a beber. Otra cosa que saben muy bien es que el alcohólico no vive solo, su familia y amigos se reacomodaron para mantenerlo en su seno. Cuando cambia, ellos también tienen que cambiar y a veces no lo hacen. El alcohólico tiene que superar ese conflicto externo a la vez que el interno. Exige mucha energía, de ahí que se le pida que centre sus esfuerzos en el día a día.
Estamos de lleno en el siglo XXI, que se anunciaba como el de la obesidad y el sedentarismo. Probablemente muchas personas se hayan propuesto luchar contra ello. Perder peso es de las cosas más difíciles y frustrantes que hay. Los que lo intentan logran en las primeras semanas resultados muy alentadores. Pero al cabo de un tiempo el peso se estabiliza y al menor descuido se gana en poco tiempo lo que con tanto esfuerzo se había perdido. Es desesperante. A medida que se pierde peso el cuerpo gasta menos, con lo que necesita menos comida para sustentarse. Incluso los músculos se hacen más eficientes, además de realizar menos trabajo porque transportan un peso menor, así que en el ejercicio se gasta menos. En definitiva: tenemos una excelente maquinaria capaz de sobrevivir en condiciones adversas. Una ventaja que ahora, en tiempos de abundancia, es un inconveniente. No sabemos, después de tantos años, cuál es la mejor dieta para adelgazar y cómo mantener la tendencia. Información anecdótica nos indica que quienes lo consiguen suelen ser muy tenaces y ordenados: vigilancia constante, en muchos casos por un profesional al que se le paga, esto tiene un efecto, control permanente de lo que se come y cuánto, incluso con pesaje, ejercicio regular, resistencia al hambre y a los caprichos. Cuando el peso es de tal magnitud que afecta, o puede llegar a afectar, seriamente a la salud se plantea una solución radical: la cirugía bariátrica. Hay suficientes estudios hoy día que demuestran que es efectiva para las personas cuyo peso excede un límite que se sitúa en un índice de masa corporal de 40. Hay cuatro técnicas de cirugía bariátrica. Todo consiste en hacer el estómago más pequeño. El método más popular es el del bypass, que consiste en dividir el estómago en dos. Se corta la tripa y el extremo que sigue en contacto con el intestino se une a la pequeña bolsa de unos 30 cc que es la parte de arriba del estómago unida al esófago. El otro, una pieza suelta en el abdomen donde está el resto del estómago y el duodeno, se pega, con una ventana, a la tripa. La comida va desde la pequeña bolsa estomacal al intestino sin pasar por el duodeno, pero recibe sus secreciones algo más abajo. La consecuencia es que se come menos, porque no hay sitio, y se absorbe menos. Más simple es crear una manga con el estómago, resecando hasta el 80% de su tamaño. Con esta técnica, como con la anterior, se puede perder más del 60% del peso. Ambas tienen un problema por deficiencias de vitaminas y minerales que hay que suplementar. La segunda, que es más barata y rápida, tiene en su contra que no es reversible. Totalmente reversible es la banda gástrica ajustable. Es rápido, barato, los resultados no son tan buenos y la banda puede acarrear problemas. Hay una cuarta, más complicada, que consiste en reducir el estómago y realizar un bypass. Es la más efectiva, se consiguen reducciones de peso de hasta el 70%, pero es la que más complicaciones acarrea.
La cirugía bariátrica es una buena opción en situaciones extremas porque, además de conseguir que el paciente pierda una buena proporción de su peso, mejora la diabetes, hipertensión, la apnea del sueño y el reflujo gastroesofágico. La decisión de realizar cirugía bariátrica debe ser compartida entre el paciente, la familia y los profesionales que la pueden llevar a cabo, así como la elección de la técnica, en la que debe influir mucho la experiencia del equipo.
Fuente: laopiniondemalaga.es