Adelgazar como sea

Vamos a ver hasta qué extremos se llega en algunos casos para seguir esta doctrina tan deletérea.

Corren rumores, leyendas urbanas, que en algunos centros de adelgazamiento emplean dosis altas de hormonas tiroideas para estimular el catabolismo, la «quema» de calorías. Y que en algunos centros de esos, hasta te proporcionan unas cápsulas con las que estás ingiriendo (sabiéndolo o no) huevos de tenia. Infectarse por la solitaria, la tenia (solium o saginata) puede contribuir a que el parásito albergado en el intestino se apropie de los nutrientes que circulan por le tubo digestivo impidiendo su absorción intestinal y con ello disminuyendo nuestra capacidad de nutrición y engorde. De hecho es conocido que ante personas que comen mucho y sin embargo no engordan se suele decir «mira, chico, parece que tienes la solitaria». Yo no me he encontrado nunca una parasitación así, provocada, pero es posible que haya habido casos…

En el fondo, las técnicas de cirugía bariátrica con el llamado by-pass intestinal, pretenden algo por el estilo reducir la superficie de absorción intestinal, recortar la zona de intestino donde se llevan a cabo los procesos de absorción de nutrientes. Pero no es una cirugía exenta de riesgos. Seguro que algunos prefieren incluso dejarse parasitar, que de todo hay.

Con un mínimo abordaje hemos dado con otra técnica de «adelgazamiento» que nos acerca a los vomitorios romanos. Se cuenta que en las bacanales ya heredadas de los griegos, donde se bebía sin freno y se comía igualmente hasta reventar, había que ir con frecuencia a los vomitorios para provocarse el vómito y de esa forma dejar espacio…para poder seguir comiendo. Como eso de vomitar es algo feo y desagradable (por más que en problemas de anorexia se llega a realizar con total «naturalidad»), a alguien se le ha ocurrido la feliz idea de utilizar la gastrostomía percutánea (orificio que hacemos en el estómago para poder nutrir a los pacientes que no se alimentan adecuadamente por la boca) para «descomer» o aliviar al estómago precozmente de lo que momentos antes se ha ingerido por la boca. Vamos, un aliviadero rápido que impida que lo que hemos comido navegue rápidamente hacia el intestino y desde allí contribuya a nuestra grosura. Así se me antoja que el paciente bulímico estaría permanentemente comiendo por boca y echando el contenido en una bolsa por el orificio abdominal. Inaudito.

El análisis del problema hay que llevarlo más arriba: la compulsión, el deseo de comer, lo gratificante que resulta y que hasta lo hace adictivo. La gente con sobrepeso se admira de la austeridad de esas personas que son capaces de pasar el día con apenas un café y un canapé si experimentar ningún signo de ansiedad o ataque de nervios. Pero no sólo un día sino día tras día, de manera que el alimento no parece ser un atractivo especial de su vida. ¿Cómo consiguen esas personas la aparente indiferencia hacia el alimento?. Pues vamos a ver.

Algunos centros han propuesto la narcolepsia inducida durante una semana: sí, dejar al paciente dormido, sedado durante una semana, sólo con suero y por supuesto sondado, a ver si se pasa el «mono» de comer y durante esa semanita dormido ya pierde algo de peso y cuando despierte ya no tiene tanta ansia. Claro, esta idea surgió a raíz de ver qué sucede con los pacientes encamados cuando están en coma. Una idea peregrina.

Mi difunta madre decía eso de que «de comer poquito se me ha hecho pequeño el estómago». En realidad no he apreciado en las endoscopias que llevo realizada que existan propiamente estómagos pequeños…salvo los reducidos quirúrgicamente. Creo que es más bien una forma de hablar que hace referencia al concepto de «saciedad precoz»: me lleno con poco que como. Para muchos pacientes con sobrepeso eso sería su ideal para dejar de comer y por eso recurren a técnicas restrictivas del estómago (balón intragástrico, la manga gástrica quirúrgica o endoscópica, etc) porque les gustaría poder saciarse antes, no seguir comiendo tanto. Aunque muchas veces, cuando tienen un balón hinchado dentro del estómago que les impide seguir comiendo…se enfadan porque el dichoso balón no les deja comer como antes, y piden a gritos que se lo retiren. Pues ¿no se trataba de eso? No. Se trata de convencernos de que tenemos que comer menos cantidad de lo que comemos.

La manera más natural de perder peso es comer menos. Vamos a fijarnos en los monjes que viven con austeridad su enclaustramiento. Pienso en los cartujos pero también en los del Tibet. La alimentación es frugal. Apenas uno comprende cómo se puede vivir con tan poca ingesta. Pero nuestro mundo occidental no está por la ascesis, No nos levantamos a maitines pero madrugamos más que el sol para hacer footing. Eso de educarse en la austeridad parece que va en contra del consumismo. Por eso hemos de recurrir a medios que ayuden a comer menos. Y ya que no hay un valor espiritual que mueva a ello, ni la mortificación ni la purificación del espíritu… pues hacemos algo de psicoterapia con modificación de conducta. La psicología puede enseñarnos a corregir esos trastornos de la conducta alimentaria. Igual que nos puede parecer ridícula la postura ascética de un cartujo, seguro que al él le parece igualmente absurdo tener que recurrir a la psicoterapia para tener un hábito nutricional normal. La psicoterapia de hecho, debe estar presente en todos los programas de adelgazamiento que se precien, empleen el método que empleen, En definitiva, se trata de aprender a comer racionalmente, sin perjuicio para la salud, comer para vivir y no vivir para comer, como señalaba don Quijote a su escudero.

La química también tiene su papel en este propósito. Si el problema es que nos entran ganas de comer, pues las quitamos y ya está. Se ha visto con la estimulación cerebral de determinados núcleos del hipotálamo reducen el apetito. Y liraglutida, por ejemplo, es un medicamento inyectado que se emplea en diabetes y que, entre otros efectos, quita las ganas de comer. El desarrollo de fármacos que actúan sobre el centro hipotalámico regulador del apetito nos volverá indiferentes hacia la comida hasta el punto de que muy probablemente -lo siento por los restaurantes, agricultores y ganaderos- llegaremos a un punto donde la nutrición se resuelva con la toma de un comprimido al día de un producto que, aparte de quitarte el hambre, te aportará los nutrientes que el cuerpo necesita para el desgaste de ese día. Es la pastilla esa que presentaba el comerciante al Principito, que «te tomas una y te quita la sed durante una semana». Con esas pastillas se ahorra mucho tiempo, todo el que perdemos en comer, beber,…hacer la compra, la comida,…hasta gastaríamos menos en cenas de empresa y en papel higiénico. Basta con que el placer de comer se supla y derive hacia otros placeres.

Fuente: elmedicotraslaverdad.blogspot.com